No siempre nos levantamos super optimista y feliz. Guardamos el dolor, las heridas, la soledad, las desilusiones del día a día…Pero llega un momento que algo se revela en nuestro interior y ¡estalla! A veces es necesario que las lágrimas naveguen a gusto y antojo, para limpiar el alma y ver a donde nos dirigimos... ¡Solo así se vuelve a ver claramente el horizonte!